Fué a partir de 1968 cuando inicié la primera serie de abstractos a la que pertenece esta obra. Influenciado por Fauves, Vlaemynck, Derain, Matisse… mi pintura siempre ha sido pródiga con el color, todo lo contrario a los artistas españoles de aquellos años, como Saura o Millares. Deudor de la generación de abstractos americanos, fue el encuentro con la pintura de José Guerrero la que reafirmó mi posicionamiento. Tuve la suerte de estar en la inauguración del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, en 1966, ya que mi familia es procedente de Cuenca, en concreto de Vilar de Olalla. Allí conocí he hice amistad con aquella gran generación de artistas. Con esas claves inicié esta serie de abstractos, que, no obstante, alternaba con el arte procesual y land art. Ricos en texturas y transparencias, enfrentaba masas de color que establecen diálogos con su estructura y composición. En cuanto a la técnica siempre me he preparado los colores mediante pigmentos y base de látex vinílico. Ello me ha proporcionado la posibilidad de controlar la masa y densidad, el acabado mate o brillante, así como las transparencias.
Rafael Peñalver