Toda mi trayectoria como artista ha sido dual. Al tiempo que desarrollaba mi obra mediante los lenguajes “fuera de formato”, arte “povera”, instalaciones o video-arte, nunca abandoné la pintura. Mi formación académica ligado a la ciencia (físicas y telecomunicaciones) no fueron obstáculo para la praxis artística, pero su aprendizaje autodidacta ha marcado todo un devenir alejado de las academias. Me inicié en la pintura a partir del último Monet y de los “fauves”, lejos, muy lejos de la tradición contemporánea española. Al dramatismo de el grupo “El Paso” o “Dau al Set”, opuse la jugosidad del color y un concepto pictórico ligado a la abstracción americana.
Tuve la gran suerte de que mi familia, por parte de mi madre, procediese de Cuenca, donde, además de ayudar y “disfrutar” de las tareas agrícolas, conocí, disfruté y conversé, sobre el devenir del arte, con la pléyade de artistas que allí concurrieron alrededor del Museo de Arte Abstracto Español, recién inaugurado. Allí coincidimos dos generaciones, Zobel, Saura, Canogar, Feito, José Guerrero, Gustavo Torner y los mas jóvenes Carlos Pérez, Lillo, Muro, Burguillos…y yo. Fue precisamente Zobel quién nos puso en conocimiento de la segunda generación de abstractos americanos, Joan Mitchell, Philip Guston (antes de pasarse a la figuración), Sam Francis o Diebenkorn.
Así, en los años setenta, desarrollé una abstracción plena de color, al tiempo que continuaba con postulados y praxis próximas al arte conceptual. Mientras se discutía animadamente sobre los nuevos lenguajes artísticos, a mi no me causaba ninguna contradicción seguir pintando. Fue, en realidad, una forma de enfrentarme a los convulsos discursos sobre las vanguardias y “el arte después del fin del arte”, como tituló Arthur C. Danto su ensayo sobre el arte contemporáneo y el “linde” de la historia.
En los años 80, con la restauración democrática, se produjo un hecho insólito en los discursos artísticos. Fue, ni más ni menos, el planteamiento más radical que he vivido de una ruptura del devenir artístico. Cierta parte de la crítica de arte española, cuyos mayores abanderados fueron Angel González, Kiko Rivas y Juan Manuel Bonet, lanzaron la proclama de la vuelta a la pintura, con gran animadversión hacia las prácticas artísticas fuera la los formatos y medios tradicionales. En realidad vinieron a intentar poner orden en el mercado artístico, ya que la pintura se llegó, en los años anteriores, a considerar un lenguaje superado por las vanguardias artísticas. Esto mismo ocurrió en otros países, como Francia. Cuyo mayor defensor fue Marcelin Pleynet y su apellidado movimiento “Soporte, Superficie”, En Alemania con la reivindicación del nuevo expresionismo figurativo o en Italia con la Transvanguardia, defendida por Aquile Bonito Oliva.
Resulta curioso que algunos artistas con una obra ya consistente, como fue mi caso, quedamos fuera de las numerosas exposiciones nacionales e internacionales que se comisariaron en aquellos años. Toda esta nueva situación la viví desde una atalaya privilegiada, siendo director de exposiciones del Ayuntamiento de Madrid. Así, pude observar con nitidez todo aquel movimiento intelectual, tanto desde mi punto de vista como artista y como organizador-comisario de exposiciones. En realidad, estos críticos-comisarios, habían, de ante mano, seleccionado, acotado, la parcela de artistas que definirían la pintura de los 80 y aunque al elenco inicial se añadieron algunos otros artistas, los estilos quedaron perfectamente definidos.
Firme opositor de todos estos movimientos de restauración de la pintura, en oposición a las otras praxis artísticas, comisarié la exposición Fuera de Formato, junto a Concha Jeréz y Nacho Criado, reivindicando la coexistencia de todos los lenguajes y prácticas del arte.
Hoy repaso aquellas vicisitudes al sacar del almacén aquellas obras, para mostrarlas en esta pequeña antología pictórica de los años 70-80, mientras continúo alternando la pintura con el video-arte o la video-instalación, en la esperanza de que os agraden. Consta la exposición de cuatro series bien definidas, Abstracciones, Paisajes, El Tiempo y El Rapto de Europa.
Rafael Peñalver