No es habitual programar en esta galería exposiciones colectivas, mucho menos adscritas a un tema, pero en verdad que la destreza para readaptar la programación a un devenir apocalíptico, forma parte de adaptarse a habitar el resquicio que aun late con fuerza y ganas de explorar nuevos paradigmas. En general en» Encuentros desde el derrumbe» hay un desasosiego, una fragmentación, incluso hay quien asoma a esta exposición con un aire de reto o confrontación. La tónica general no es disruptiva con la trayectoria personal del lenguaje al que cada artista nos tiene acostumbrados, digamos que pese al tema, la conformidad se mantiene y por momentos se aferra a la necesidad de sobrevivir. Hay lógicas mas allá de la estética y de la técnica que no logran violentar la necesidad del inmovilismo, de sentirse seguros al menos en el tejado que el devenir ha ido construyendo como creador y artista. Podemos augurar que el género esta disuelto, no opera como un necesario disenso a la hora de postularse como narrador de la reflexión ante el derrumbe. En la hecatombe, la acción inmediata se abraza al conservadurismo, como tónica general.

Hablar de supervivencia es en este contexto global, una inquina, algo que procederíamos a decapitar por completo sino fuera por que el conjunto de estas obras interpela de manera concisa a la cosmovisión personal que desea comunicarse, con su hacer complejo, con la sociedad y sus espejos.

Fragmentadamente, esta exposición no operaría. Su fuerza está en la amalgama de estilos, lenguajes y técnicas. Para aquel neofito que visite por primera vez Zapadores, resolverá bajo la Arcadia de esta colectiva, una unidad certera. Encuentros frente a una reflexión común post- Covid que ha atravesado las vidas, pero también las obras de este conjunto de artistas visuales.